Hoy me apetece reflexionar sobre la importancia de decir “te quiero”.
Pronunciar las palabras dulces o expresar los sentimientos cálidos y blanditos parece algo tonto y cursi, tanto es así que, cuando intentas decirlo a veces no puedes.
Ridícula, tonto, débil, ñoña, nenaza…
Tantas son las connotaciones negativas de compartir muestras de cariño que, para protegernos, muchas veces las dejamos dentro.
Así, es habitual ver a una persona en su lecho de muerte y escuchar cómo, al revisar su vida, lamenta de forma especial aquello que no dijo a quien amaba cuando podía hacerlo.
Y ese detalle me llena de una tierna tristeza.
Te animo a que pruebes, seguramente en muchos casos no te sea fácil. Inténtalo, quizá las palabras se quedan atascadas en tu garganta, delatando el bloqueo. No importa, practica. Día a día, en cualquier momento. No esperes a que pase algo grande, solo dilo atravesando esa capa de duro y cortante cristal. Dilo y escucha cómo se resquebraja el hielo. Solo suéltalo y siente el miedo de lo que el otro o la otra va a pensar de ti. Y sostén su mirada incrédula.
Te quiero.
Eres importante para mí.
Siempre me ayudas.
Agradezco tenerte cerca.
Te amo.
A tu lado es más fácil.
Eres tan tierno conmigo.
Qué bonita vienes.
Gracias por estar aquí.
Cuando decidí atreverme a sacar estas valiosas palabras del ámbito de la pareja era de verdad una aventura, tan raro…
“Te quiero” le digo a mi amiga un día, entre asustada y sorprendida.
Decirlo a mi madre, a mi hermana y sobre todo a mi padre… una conquista.
Siempre es emocionante reconquistar o recuperar las palabras robadas. Al principio es muy raro, no tenemos permiso interno a decirlo, así sin más, sin un motivo grande y justificado. Y por supuesto casi está prohibido fuera de la pareja o, a lo sumo, con suerte y en ocasiones especiales, la familia cercana. Sin embargo, verás que muy pronto se acomoda en las bocas y en los entornos, pues el amor sienta de maravilla y los cuerpos, ávidos de ese nutritivo cariño, lo acogen con gusto.
Con no poca sorpresa he podido comprobar como las personas a quien lo iba diciendo empezaban, con el tiempo, a decírmelo también. Ahora esas palabras ya no están condenadas a desparecer cuando no tengo una pareja, ahora las consumo a diario. Incluso ahora tengo que tener cuidado para no soltárselo al vecino sin darme cuenta y meterme en un lío, porque es raro explicar que, depende el día que tenga, una puede querer a todo el mundo.
Decir lo bueno, lo bonito, lo cálido y amable no solo es bello, es de verdad importante.
Te insto a darte el derecho, porque te hará sentir muy bien, porque traerá a tus días mayor alegría y porque no quiero que te arrepientas de no haberlo dicho a tiempo. Te animo a intentarlo por tus medios, puedes contarme cómo te ha ido aquí.
Os quiero ***
Comentarios recientes